miércoles, 16 de julio de 2014

Koyasan

El monte koya (高野山) es una montaña frondosa al SE de Osaka, de moda entre los turistas por la posibilidad de vivir en ella una "experiencia budista". El budismo que se practica en la montaña es la evolución de una secta escindida del en el año 819, por el monje Kukai, llamada budismo Shingon. 


Nos levantamos un poco tarde en el hotel, y entre tejemanejes ferroviarios  llegamos a la estación Osaka (JR), hicimos un cambio de compañía y montamos en el tren regional (kyoku) hasta Hashimoto y desde ahí un cambio de regional hasta Gokurakubashi. El recorrido del tren es un regalo para los ojos en cuanto a paisaje y experiencia. En el último tramo conocemos un Japón  lleno de bosques, curvas y  incontables y viejos pueblos construidos de manera tradicional. Cuando llegas a la base de la montaña tienes que coger un funicular que asciende durante 10 minutos una pared bastante vertical y luego autobús 10 minutos hasta llegar al pueblito.


Nada más llegar  al pueblo te das cuenta de que estas en el Lourdes japonés o en Fatima, aunque con más encanto, claro está. Tiendas de omiyages (souvenirs), un par de restaurantes, una tienda 24 horas y poco más. El resto son templos donde te puedes hospedar convenientemente por un módico precio de entre 10.00¥0 y 30.000¥ la noche. A cambio los desprendidos  de todo lo  material monjes, te ofrecen participar en la ceremonia de rezo matutino, y por apenas 4000¥ más puedes disfrutar de su liviana cena vegetariana. Llegamos a nuestro templo, el cual reservamos sin comida y pagamos 12000¥, y nos recivió un monje bastante simpático que nos acompaño al interior. Más Ryokan (hotel) que templo (por lo menos en la padre que vimos) nos enseño la habitación de tatamis y nos explicó que cerraban la puerta del templo a las 9, con lo que la razón de quedarse a dormir en el Koya, que era visitar el cementerio por la noche, se vió truncada. Tras un té verde y un dulce de castañas (rico y típico de la zona), nos pasó la minuta que se cobró en cash y nos dió los panfletos informativos de la zona.

En el centro del pueblito a apenas 1 minuto del ho-templo, está el recinto central llamado Dando Garan donde  se encuentran reunidos santuarios importantes, Miedo, Kondo, Daito... Bonito, pero sí vienes de Kyoto y de su recorrido de templos todo te va a sonar un poco igual, te cobran por entrar 200¥ por persona (en cada uno de los edificios) pero desde la puerta puedes verlo todo perfectamente.


Caminamos en dirección al famoso cementerio de Okunoin (奥の院), no sin detenerlos durante más de 1 hora debajo de un tenderete esperando a que parase de llover a cántaros. No sabemos sí era por la época del año o por el tiempo pero el pueblo estaba desierto. El cementerio de más de 2 kilómetros de largo, es un lugar digno de visitar y sólo por eso ya merece la pena acercarse hasta el Koya. Según el panfleto turístico contiene más de 20.000 monumentos de relevancia histórica (miles de tumbas antiguas bien conservadas) , y esta ubicado en un precioso bosque de cipreses altísimos, lleno de musgo y encanto. La suerte que tuvimos es que el día estaba muy oscuro y todos los faroles de piedra estaba encendidos. 


Al final del cementerio se encuentra el santuario más importante, flanqueado por un riachuelo de aspecto tétrico, donde se encuentran las sagradas escrituras del Shingon (no puedo evitar reírme cada vez que veo a un monje chingón). El lugar es muy interesante, tanto el tempo frontal, como el altar trasero o el sótano. (No se pueden sacar fotos del lugar y ya no había batería en el teléfono ni en la cámara así que..).


Volvimos al templo ya que eran casi las 8 y nos cerraban la ducha. El tempo contaba con ofuro y/o onsen, pero no estaba muy cuidado. Decidimos dormir pronto para poder escaquearnos al día siguiente al alba, antes de la ceremonia y poder hacer una ruta por el bosque antes de partir hacia Hiroshima. 


Nos costó un poco no hacer ruido a las 6 de la mañana cuando intentábamos que los monjes no se dieran cuenta de nuestra partida. Mochila en mano comprobamos sí la puerta estaba abierta y huímos montaña arriba. 45 minutos de caminata más o menos y llegamos a un mirador muy chulo para poder observar el amanecer sobre el Monte Koya.


Decidimos caminar hasta la estación (otros 45 minutos más o menos) y llegamos a tiempo para el tren de las 8. Conclusión, a no ser que tu templo o ryokan no cierre por la noche, compensa venir temprano e irse en el último tren del Koyasan, ya que a partir de las 17:00 y cuando se hace de noche, esta todo cerrado y no hay nada que hacer! ( y más barato).



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